martes, 13 de septiembre de 2016

Un verano fabuloso(1): Un arranque de mención, con un invitado muy especial

Faltan pocos días para el comienzo de nuestra aventura, los nervios a flor de piel, y uno tratando de retocar los últimos detalles para que nada falle en esta aventura que tanto hemos esperado.

Al final nos plantamos en nuestro destino, como siempre rodeados de buena gente y buscando gozar de nuevas y fabulosas experiencias. Pero nos encontramos que Eolo no nos lo va a poner nada fácil. Vientos que superan los 40 nudos nos aguardan en esta primera semana, condiciones del todo menos idóneas para aproximarse a los pesqueros, pero una vez ahí, no nos íbamos a quedar con los brazos cerrados.

La primera gran sorpresa acontece en el segundo día de viaje, la cual fue sin duda la mayor pieza de lo que va de temporada. El lugar elegido era conocido por mi, pero no para bien. Seguro muchos recordareis que las pasadas navidades, en una de estas incursiones en solitario tuve la mala suerte e caer por una pared vertical y hacerme un buen estropicio en todo el cuerpo.

Pues bien, esos 40 nudos que hablábamos, nos limitaban la acción a ese sitio, era el único donde tendríamos alguna opción. Esta vez, para evitar percances varios de mis compañeros de viaje quisieron acompañarme, y la verdad, me sentí mas seguro a la hora de bajar ese acantilado, aún así me costó un poco, al rememorar con cada paso lo que pasó en aquel momento.

Volvía a estar ahí, la verdad un lugar maravilloso, alejado de la mano de dios, donde brotaba vida de cada piedra. Pues bien, llevábamos ya un tiempo lanzando, yo estaba con mi equipo mas ligero (caña 10-28gr, carrete 2500 e hilo 0.14)buscando que algún pez de pequeño o mediano tamaño apareciera, pero apareció algo muy diferente.

Manejando un Molix Jugulo Jerk a jalones secos, se produce una acometida relativamente suave, a la cual respondo con  dos fieros cachetes. Es ahí cuando noto que al otro lado había un "animal" de los buenos. Cuando vi su reflejo entre las olas, no pensaba fuese a ganar la batalla, pero esa tarde, la suerte me sonrió, y logré poner en tierra a uno de los peces mas grandes que he logrado sacar en mi vida a spinning. Una anjova fabulosa, la cual tras unas fotos realmente malas, logré que volviese a casa en un estado de perfección (no hizo falta casi ni reanimarla, fue tocar el agua y empezar a sentir su fuerza, siendo esta señal inequívoca de que quería irse a casa, y así fue).

 
 

Sin duda una captura fabulosa que me llenó de gran ilusión, pero pocas horas mas tarde tendría otra gran sorpresa. Tras sonar el despertador a las 5 de la mañana, me preparo, y con un frio endiablado salgo caminando hacia un pesquero diferente. A mi llegada el viento pegaba con toda su violencia, así que cada lance eran tiros desviados, debido a la acción de este viento casi huracanado.

En una de esas, con un Molix Jugulo Jerk, el viento me lo lanza a un espumero cercano. Ahí yo solo pensaba en sacarlo rápido de ese lugar para evitar perderlo, pero en ese intento por salvarlo, algo lo retiene con un golpe en seco muy muy severo.

Enciendo mi linterna y veo un lomo canelo revolviéndose entre la turbia agua. La verdad no distinguía bien que era, por la picada pensaba en una gran bicuda, pero mi gran sorpresa se dio cuando logré levantar al pez y ponerlo sobre el veril.

Era una baila buenísima, la mayor que había logrado hasta la fecha. Un animal fabuloso, con el cual tuve un gran percance a la hora de fotografiarla. El fuerte viento hizo que ninguna foto saliese bien, ni una sola. Yo no salía de mi asombro y mi desgana ante lo que me había pasado.



Así que para tener un recuerdo de ella (ya que ni pude grabar la pelea) uno de mis acompañantes me hizo esta fotografía. Soy el primero que detesta las fotos con peces muertos, pero en esta ocasión era esto o nada. Aunque lo mas importante fue poder disfrutar de este gran ejemplar tanto en el agua como luego en la mesa. Ya cada vez me quedo menos peces, pero este se vino para casa, ya que al día siguiente llegaría un invitado muy especial, al cual le daríamos a probar semejante manjar, junto al resto del equipo.

Ya eran las 8 de la tarde casi, y por fin nos reuníamos. Mi amigo Menorquin Isaac Gomila, un crack en todos los sentidos, con el cual pude compartir una semana de grandes emociones.

La primera de estas emociones no tardaría en producirse. En su primer amanecer en Canarias, el viento no paraba de azotarnos con toda su violencia. Isaac estaba amargado, no estaba acostumbrado a semejantes rachas de viento que no te dejan ni posicionar la caña para lanzar.

Pero entre tanto y tanto, y tras haber caminado un porrón de kilómetros llegamos a una zona jamás pescada por mi. No sabíamos que nos encontraríamos, pero lo que contaba, es que tenia una pinta de fabula, así que lo íbamos a intentar.

Al comenzar el intento nos damos cuenta de otro problema. Las algas invaden el pesquero, así que nos es muy difícil entre el viento y ellas mantenernos en la zona. Entre que hablamos Isaac y yo, monto un Molix Brugas, un señuelo que siempre me ha dado muchas alegrías, y que lo iba a lograr de nuevo.

Lo lanzo lo mas lejos posible, y empiezo a animarlo a jalones suaves y pronunciados. En una de esas, no puedo seguir recogiendo, mi caña se arquea y se produce una carrera violenta contra el fondo. Es ahí cuando intento evitarle llegar a "casa" y lo logro.



Acto seguido empiezo a bombear para sacar al pez de su zona de confort. Ya en la orilla, y entre las algas y una mar oscura, vemos una forma de un color llamativo. Al principio pensamos en un dentón, pero Isaac al estar en una posición mas elevada lo diferencia antes que yo, y grita a los cuatro vientos -¡Ostia tio! ¡Pargaco Pargaco!-

Y así es, una gigantezco pargo asoma de entre las oscuras aguas, es ahí donde Isaac enciende su cámara y puede grabar el final de la pelea. Una ola nos ayuda a poner a nuestro rival sobre una seca, e Isaac se abalanza sobre él, como si no hubiese mañana. Lo logra agarrar con el grip, y es ahí cuando ambos entramos en un estado de frenesí, con numerosos abrazos y con una felicidad plena.




Mi primer pargo, en un tamaño increíble para la especie, y más desde costa. Esta era una especie que siempre desee sacar, pero pensaba mi primera vez con ella seria con un ejemplar pequeño, y con un vinilo rascando el fondo, no con un ejemplar de varios kilos de peso y con un minnow a medias aguas. Sin duda un momento inolvidable, y mas con las fotos que me hizo Isaac, sin duda las mejores que tengo hasta la fecha.



Tras esto volvimos a casa, ya que nos quedaba un largo camino para regresar.

Al mediodía, cuando esperábamos la hora de la comida, decidimos ir a matar el tiempo con el equipito light, y la verdad pasamos un rato en grande al localizar los banquitos de anjovitas.





En una de esas tardes, Isaac y yo nos fuimos a un sitio en busca de peces "serios", un lugar donde la mar no perdona, pero donde se incrementaban las opciones de captura, buscando que Isaac lograse su primera buena pieza. La tarde se desenvolvía con tranquilidad, hasta que, me da por hacer el burro y lanzar un stickbait de casi 90 gr a la espuma. Isaac me miraba con cara de loco, pero poco tardé en quitársela. Una acometida en seco dentro de la espuma, una pelea guay y sacamos esta anjova.



Sin duda la voracidad de estos peces cada dia me sorprende mas, como son capaces de atacar un señuelo de tal envergadura. Algo increíble. Una foto y al agua. Pero no era esa Anjova la única que rondaba cerca.

En una de esas Isaac lanza a la espuma, y se ve como dos ejemplares muy guapos se lanzan a la vez y se pelean por el señuelo. Una pena ninguno de los dos saliese, pero ni 2 min después ya estaba clavado con una. Caña doblada, y el pez aprovechando la corriente para jalar con todas sus fuerzas. En la orilla ya lo distinguimos, una bonita anjova, la cual Isaac logró poner en seco. Pero cuando la íbamos a subir a lugar seguro, se suelta del señuelo, y empieza a correr hacia al agua dando saltitos. Ahí al estar yo mas cerca me lanzo por ella, pero me resbalo y me doy un ostión importante.

¿Cuál fue mi sorpresa? Ver que la anjova había quedado retenida justo bajo una de mis piernas. Ahí le grito a Isaac que traiga el grip, el cual llega para sostener al animalito de sus afiladas mandíbulas, poniendo en seco su primera buena captura en las islas. Sin duda una gran alegría, la cual culmino con la devolución del pez a su medio.



Nuestro penúltimo día en la zona se saldo con una nueva gran alegría. Pero esta fue precedida por una mañana con actividad nula, y con la reaparición de las algas, las cuales llegaron a estar en tal presencia que ningún señuelo podía nadar entre ellas, solo los paseantes eran capaces de escapar a sus garras, y fue ahí donde logré mi única pieza a superficie de las vacaciones, una pequeña anjovita que no duda en atacar al Molix WTD 90 tarpon. Por su puesto al agua a crecer.



A la tarde, mientras estábamos lanzando dentro de una bocana, le digo a Isaac que tenga cuidado al lanzar, no vaya a enrocar con las rocas el otro extremo de la bocana. Pero aún así en una de esas al lanzar se pasa de revoluciones, y enroca con las susodichas rocas.

Isaac en sus trece insiste para sacar el señuelo de esas piedras, y en una de esas este sale disparado, y cae al agua. Cuando va a tensar el hilo, algo lo engulle y sale disparado hacia el fondo. Su caña se arquea completamente, su carrete escupe metros y empieza a gritar -¡Ahora sí!-

La pelea dura 1-2 min de nervios a flor de piel, hasta que sale del agua y ahí montamos la fiesta. Un maravilloso abadejo, sin duda su mejor pieza del viaje, la cual dudo ninguno de los dos olvidemos, el cual acabo con su merecida devolución.




Y bueno, esto ha sido todo por ahora, seguid atentos que aún nos quedan por contar muy buenos momentos.

Un saludo y buena pesca !!!

2 comentarios:

  1. Qué buena Antonio!, sigues ahí en racha tío jaja bonito bocinegro.
    Un saludo!

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    1. Muchas gracias compi! la verdad el bocinegro era una preciosidad tio, una pieza para el recuerdo ;)

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